Fox y Marta a rendir cuentas

Editorial
El Universal


Recurrentemente, Vicente Fox Quesada y Marta Sahagún, autoproclamados “la pareja presidencial” en el sexenio pasado, atraen sobre sí los reflectores, no en aras de la transparencia, sino del protagonismo. Lo rescatable del caso es la oportunidad para subrayar el pendiente nacional respecto de la ley de archivos y la siempre necesaria rendición de cuentas de los gobernantes durante y después de su función.

En el Congreso, diputados y senadores de oposición piden que la Secretaría de la Función Pública coteje ingresos y egresos de quien fue presidente de México y que una comisión especial se aboque tanto a la investigación del origen de la riqueza como del estatus del archivo que se habría llevado al rancho San Cristóbal.

No sólo sus adversarios políticos lo censuran. Su viejo aliado Lino Korrodi, quien organizó el apoyo financiero extraordinario para la campaña electoral que lo llevó a la Presidencia en el año 2000, subraya que Fox exhibe una riqueza “cínica y descarada”, después de que a la señora Sahagún le pagaban hasta su tarjeta de crédito.

Fox responde que la ética, la transparencia y la rendición de cuentas han sido una norma permanente a lo largo de su vida.

Tomémosle la palabra e investiguemos, porque más allá de la propaganda, la pareja se ha caracterizado por utilizar con oportunismo la transparencia.

No es ésta, sino el protagonismo la constante de estas dos figuras que formarán parte, más que de la historia política de México, del anecdotario de la picaresca nacional consagrada en sainetes de teatro satírico.

Este fenómeno ha sido posible por la ausencia de normatividad, en parte, y por la falta de rigor en la aplicación de leyes vigentes.

La pareja de San Cristóbal tuvo la oportunidad de diluirse en el anonimato rural, pero persistió en ostentar sus abundancias materiales llamando la atención sobre su vida privada, como lo hicieron una y otra vez durante el sexenio pasado.

Más allá de que el derecho a la intimidad queda desbancado cuando es el sujeto mismo quien exhibe y pide atención, debemos trascender a las personas para sacar provecho del episodio.

Urge ampliar esquemas de fiscalización política y ciudadana de quienes desempeñaron un cargo público, como fue el caso de él, y de quienes hasta en segundo o tercer grado familiar derivaron beneficios del mismo, como lo hizo ella, y que incluso ocupan una comisión del Congreso de la Unión para deslindar responsabilidades.

Muchas cuestiones de diversa y complicada naturaleza ocupan la atención de los miembros del Congreso, pero no tantas como para pasar por alto un asunto que no quisiéramos ver repetido en la vida pública. El posible abuso del erario.

Como hace años hizo un precandidato estadounidense a la Presidencia invitando al escrutinio público sobre su vida amorosa, Vicente Fox reta a quienes arquean la ceja ante sus propiedades a que “vayan a comer chicharrón”.

Mala idea. De algo deben servir disposiciones concernientes a la responsabilidad de los servidores públicos. Leyes hay; que se apliquen, se aclaren las cosas y quedemos todos tranquilos.

Helioflores. Familia presidencial

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