Fox no entiende nada

Luciano Pascoe Rippey
La Crónica de hoy


Aparecen en la portada de la revista Quién. Están sonrientes y al recorrer las páginas va uno descubriendo una gran cantidad de exuberancias, excesos y presunciones exacerbadas. Vicente Fox y Marta se han vuelto locos. Tal vez siempre lo fueron, pero ahora no es un rumor iniciado por los que los conocen ni por sus detractores.
Es una evidencia sencilla de aquilatar, en una revista fácil de adquirir (debo decir que el ejemplar que conseguí está bastante manoseado, un evidente éxito editorial). Un ex presidente de la República presumiendo su dinero —bien habido si ustedes gustan—, su propiedad, sus regalos de la alta jerarquía religiosa a su mujer en una revista de sociedad, de farándula, de frivolidad social. Sin vergüenza alguna, él que dirigió al país, se presenta por hojas y hojas sin pudor. En otros países esto sería considerado una locura, algo inaceptable.
Mucha gente se pregunta ¿por qué tanto drama? Sencillo: Este caballero encabezó por seis años una nación que aún tiene cuarenta millones de pobres y de ellos, la mitad están en la pobreza extrema —esa que definen las Naciones Unidas como la ausencia de todo tipo de benefactor, la calidad de vida más terrible de todas, la ausencia de toda oportunidad. Y él y su esposa no tienen ningún pudor, sensibilidad o cautela ante toda esa gente que fue, en parte, su responsabilidad.
Aparecen arrogantes, suficientes, orgullosos. Su pecado —éste debe ser todo un insulto, dada su rijosa y autoproclamada religiosidad— es la soberbia, su absoluta ignorancia de la realidad nacional. El debate sobre su propiedad ha empezado. Ya el propio Jorge Castañeda les dio una gran ayuda al decir que para la visita de su ‘majestad’ George Bush se hicieron muchos de los arreglos y modificaciones al rancho San Cristóbal, ahora visibles gracias a la mencionada publicación. Así que no sólo tienen el descaro de hacer alarde de su dinero, pero —según su amigo— mucho lo hicieron con recursos públicos.
El problema no es que tenga dinero. Seguro lo tenía antes de ser presidente, y nada más lo “consolidó” en su gestión. El problema, me parece, es que una figura pública que se le considera responsable del estado del país por un sexenio, no puede ostentarse así ante tanta gente que sigue sufriendo de desigualdad y pobreza. No es un llamado al silencio o a la hipocresía, es un llamado a la modestia, a la humildad, a la sensibilidad con los demás. México está herido por su desigual distribución de la riqueza y no entenderlo es no entender nada.
Ser presidente hizo de Fox un hombre más lejano del país, de su gente, de su realidad. Lo hizo creer que entiende más que otros, que sabe más que nosotros de nuestras propias vidas. Al final del camino, como muchos políticos y en particular algunos panistas, Fox no entiende a México.
No entiende que molesta a la gente verlo regodearse después de sus faltas, verlo incapaz de ser autocrítico o reflexivo sobre su gestión. Que resulta poco gratificante para la sociedad verlo opulento y desmemoriado de toda la miseria que vio en su campaña electoral del año 2000 y que ante esa pobreza se comprometió a cambiar las cosas. El “cambio” anunciado fue sólo discursivo y logró mucho menos de lo que se propuso. El amnésico Fox informa a la sociedad que al menos a él, sí le fue bien en su sexenio.
A mí no me importa que durante su gestión Vicente Fox haya recortado el escudo nacional, ni que se haya casado ni sea medio ranchero, ni que se ponga botas de charol, ni que sea ignorante, es más, ni me importa que sea rico. Lo que me importa es que no cambió a México, que nos metió en líos increíbles con otros países por su ceguera e ineptitud y que dejó que los conflictos siempre crecieran y lo vencieran. Sólo hay que ver el desafuero, Atenco y cientos de ejemplos más.
Fox no entiende que ya no es presidente, que sus actitudes se entienden como pavonearse de su riqueza y eso lastima en un país tan pobre y desigual, que hay muchas voces que dudan de la legalidad de su fortuna y la de su familia política en particular. Fox no entiende que un político que presume su fortuna ofende a todos aquellos que durante su gobierno, vieron su situación empeorar.
Fox no entiende que importa poco lo que diga el esquizofrénico de Lino Korrodi o sus miles de detractores en la clase política, el problema no son ellos con sus pugnas intestinas y sus revanchas. No, lo que calienta es que él sea un cínico.


Hernández. Empresario

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