Fox: pecado colectivo

Mediocridad que siempre estuvo a la vista de todos

El foxismo, espejo que nos refleja como sociedad

Itinerario Político
Ricardo Alemán

Acaso resulte una exageración que el de Vicente Fox sea un enriquecimiento “cínico y descarado”, sobre todo a la luz de los caudales que se llevaron otros presidentes mexicanos. El problema no parece ser el lujoso rancho, los negocios ocultos o públicos, sino el pecado de la frivolidad, la obsesión enfermiza por la ostentación que picó a la otrora “pareja presidencial” desde julio de 2000. Y es que en rigor, Vicente Fox resultó ser “un presidente mediocre hasta para robar”, como dice con sarcasmo un reconocido guanajuatense.

También parece un exceso que el priísmo representado en el Congreso pretenda condicionar la aprobación del paquete presupuestal para 2008, a una investigación del origen de las propiedades del ex presidente. En efecto, el Congreso y el Estado en general deben revisar la gestión de Fox y sus bienes —y la sociedad hacer el juicio de esa gestión y de su propia responsabilidad compartida— y sancionar lo que debe ser sancionado. Pero amarrar ese escándalo al presupuesto para el año venidero resulta, por decir lo menos, una bajeza política.

Todos o casi todos están de acuerdo en que Vicente Fox debe ser investigado para deslindar responsabilidad sobre su repentina bonanza. Pero una cosa es esa investigación y el castigo respectivo si el ex presidente resulta culpable y, otra cosa muy distinta, es que grupos políticos y partidos pretendan convertir la política y el trabajo legislativo en una suerte de “noche de los cuchillos largos”, en donde las venganzas políticas —más que la salud del Estado y la República— sean la tónica. Ya se cobró venganza contra el IFE y los poderes mediáticos, hoy van contra Fox... ¿Mañana quién sigue?

¿Apenas se dan cuenta?

Pero lo que resulta más que un despropósito, que raya en el ridículo y hasta ofende a la memoria y la inteligencia colectivas, es que por obra y gracia de los juegos mediáticos hoy se pretenda descubrir lo que por lo menos desde 1999 estaba a la vista de todos: que Vicente Fox no sólo era un “aprendiz de brujo”, frívolo, nada culto, incapaz para la política y para el ejercicio del poder, sino un mediocre que gracias a la mercadotecnia y la popularidad mediática engañó a todos los que creyeron en él y a muchos otros que, luego del 2 de julio, le vieron las cualidades que nunca tuvo.

Vicente Fox, nos guste o no, es un retrato de lo que colectivamente somos como sociedad democrática: un fracaso. ¿Cómo pudimos, como sociedad y en colectivo, llevar a la Presidencia a Vicente Fox? ¿Cómo fue posible que muchos creyeran, a ciegas y sordas, en el “fenómeno Fox”, en un ranchero populachero que frente a todos exhibía sus cualidades como político “ligero”, “bocón”, “irresponsable” y hasta “tonto”. ¿Cómo fue posible que un sector de la llamada izquierda se tragara el cuento del “voto útil”?, justificación discursiva que dejó de lado la crítica, la autocrítica, la sensatez, el valor de las ideas y la fuerza programática de una alternativa político electoral, para rendirse a los pies de la popularidad. Era el más popular, el único capaz de ganarle al PRI, y por esa sola cualidad, debía ser el Presidente, el mejor.

Justificaciones abundan; que si era el único capaz de sacar al PRI de Los Pinos, que si era la menos mala de las alternativas, que si el voto no fue por Fox, sino contra el PRI; que si no había de otra... Lo que se quiera y mande, pero lo cierto es que en la gestión de Vicente Fox, en el fracaso de su gobierno, debemos vernos reflejados todos los mexicanos. Luego del PRI, con toda su cauda de autoritarismo, antidemocracia, corrupción y “comaladas de ricos sexenales”, no fuimos capaces de crear y de creer más que a, y en, Vicente Fox. Talante y talento colectivos para entender el valor de la alternancia y la democracia electorales.

El 2 de julio de 2000 casi 45% de los electores prefirieron a Vicente Fox, pero el 1 de diciembre de ese mismo año, casi nueve de cada 10 estaba enamorado de Fox. ¿Por qué? Porque se había ido el PRI. ¿Pero realmente se fue? Luego de ese 1 de diciembre de 2000, aquí y en otros foros dijimos que la de Fox no había sido más que una elección del “quítate tú para ponerme yo”. Enojo, insultos, agresiones, fueron la respuesta.

Otros dirán que desde hace muchos años eran evidentes sus incapacidades, frivolidad y fracasos, pero que hoy, ¡apenas hoy se supo que era un presidente corrupto! ¿De veras? Una revisión elemental de las hemerotecas de la prensa de Guanajuato puede servir para disipar las dudas. En efecto, con dinero público se remodeló el rancho de los Fox, pero la remodelación empezó desde la visita del presidente Bush a Fox, en el rancho, hoy motivo del escándalo. Fox convirtió esa propiedad en una suerte de sede alterna, muy personal, de su despacho en Los Pinos. Y eso siempre estuvo a la vista de todos. Y no, no es una justificación y menos una defensa de Fox. Es un ejemplo de que hoy, igual que en los años y meses previos al 2000, los juegos mediáticos nos hicieron ver todo, menos la realidad. Ayer esos juegos nos “vendieron” a Fox como “el salvador de la patria”, hoy como el “villano de la patria”.


Ya comemos chicharrón
Bucareli
Jacobo Zabludovsky

Hay muchos fierros en la lumbre al terminar septiembre, apenas décimo mes de un lapso inicial de sexenio que solía ser en otras épocas la luna de miel del nuevo gobierno y sus gobernados.

Empecemos por el más ardiente: el escándalo desatado por la revista Quién, al darle espacio a una pareja presidencial segura de que la exhibición de su prosperidad generaría aplausos de un pueblo deseoso de expresar su gratitud. La revista pasa a ser documento histórico y sus fotos motivo de comentarios dentro y fuera de México.

Creo que merecen subrayarse algunas declaraciones deslizadas con la sutileza de quien escribe la letra chiquita de los contratos. Los dos últimos meses de su gestión, cuando todavía podían volar en aviones presidenciales, se dedicaron Marta y Vicente a consolidar su ranchera propiedad con cargo a usted y a mí. “A partir del 11 de octubre de 2006, el matrimonio Fox-Sahagún puso manos a la obra. El jefe del Ejecutivo giró instrucciones para que se digitalizaran todos los documentos oficiales que se habían emitido durante su administración, los cuales sumaban alrededor de 3 millones. En tanto, la señora Fox viajó algunas veces acompañada por su marido, a cuatro de las 12 bibliotecas de ex presidentes que hay en Estados Unidos. Las seleccionadas para estudiar el funcionamiento de estos espacios académicos fueron: John F. Kennedy, Jimmy Carter, George Bush y William J. Clinton. El objetivo, la creación del Centro Fox”, dice Alberto Tavira Álvarez, autor del reportaje. Agrega: “Luego de la sobremesa, el empresario, productor y exportador de brócoli, papa, lechuga y maíz se dedica, vía telefónica, a la recaudación de fondos para el Centro Fox”. Deben ser muchos los donadores si la recaudación es actividad diaria. Lo recaudado también sale de nuestros bolsillos, generoso lector, pues es deducible de impuestos. Es hora de conocer todos los nombres y el monto de las aportaciones de quienes presumiblemente pagan así deudas pendientes por favores recibidos. Dice Fox: “Aquellos que dicen que esta propiedad es producto de dinero robado o del dinero que me dejó la Presidencia tendrán que comer chicharrón porque no es así”. En su sorpresivo debut como filólogo, Fox acuña, con un dejo tenebroso, la frase “comer chicharrón”, sin explicar los peligros que corremos los antojadizos del pábulo tronador.

En toda la entrevista Fox omite mencionar figuras de la historia o cultura de México. Ni siquiera se da el nombre de algún campeón deportivo. “Claro que tengo héroes, entre ellos están los cristeros. Una persona que defienda la libertad de religión como lo hicieron ellos se merece todo mi respeto y admiración. Por eso me parece una aberración garrafal que el PRI haya desaparecido de los libros de texto esa lucha cristera. Vergüenza les daba reconocer que el pueblo de México defendió su religión y su libertad. Tengo un héroe que llamo Juan Cristero que enfrenta un pelotón de fusilamiento con un cigarro en la boca y una valentía increíble. Eso me da mucha fuerza”.

Reconozcámosle: es congruente con su intencionada violación como presidente a toda la esencia del Estado laico y no debe asombrarnos que sus únicos héroes sean los cristeros. Digno de asombro, eso sí, es que visto lo que vemos no nos haya ido peor, pero nos falta mucho por descubrir.

Comentarios

Entradas populares