Los Fox: pero que necesidad

Joaquin Lopez Doriga
Milenio

Más vale ser albacea que heredero.
Florestán


Veo el más reciente número de la revista Quién, la exitosa edición del corazón del grupo Expansión, y desde la portada confirmo que no tienen remedio: una foto de Marta y Vicente Fox abrazados al estilo ¡Hola!, de la que fueron habitués, dice: “Los Fox abren su rancho por primera vez” y retratan “su vida después de Los Pinos”.

Ya en interiores, cabecea así:

“A casi un año de haber dejado el poder y con su boda religiosa a punto de concretarse, Marta y Vicente abren por primera vez de par en par —nada de rendijas— las puertas de su rancho en San Cristóbal”.

Y la verdad es que, como dice el lugar común, el reportaje no tiene desperdicio. La revista nos deja ver más que un rancho, una mansión, con el toque del arquitecto Artigas.

Desde la entrada se explica cómo y por qué se hizo la entrevista, y cómo y por qué, nada nuevo, habla el ex presidente.

—La entrevista no va a ser conmigo —le dice Marta al reportero Alberto Tavira. Yo no quiero aparecer. Te pongo a Vicente.

—¿Y eso?

—Estoy alejada de los medios, éste es su proyecto así que nadie mejor que él para hablar. Yo sólo lo estoy ayudando.

Y así fue aunque no del todo, como se deriva de la entrada del reportaje, mano de Marta, que narra que casi a la medianoche de un viernes de enero de 2006, ella le dijo a él: “Vicente, yo no me voy a quedar con los brazos cruzados”. Detalla que la “entonces pareja presidencial (sic) acababa de llegar proveniente de un evento privado a la cabaña que habitaba en Los Pinos. En su recámara, mientras la primera dama de México (sic) se desmaquillaba los ojos (?), el Presidente de la República, sentado en la orilla de la cama y con los codos recargados en las rodillas le preguntó: ¿Qué vamos a hacer después de todo esto? Marta continuó con su determinación: Te voy a ayudar a hacer realidad tu sueño”. Y le hizo el Centro de Estudios Fox a idea, dice, de George W. Bush.

Y se lo construyó.

Pero el reportaje no está dedicado al sueño de Fox, sino al, por innecesario, torpe alarde de ostentación y lujo que muestran exhibiéndose en la revista.

Yo les preguntaría: ¿cuál es la necesidad o el objetivo del alarde a colores?

No lo sé, no tengo idea, pero debe ser por algo.

No se exponen así como así a la grosera exhibición en la que se habla desde su cava “con vinos de las mejores reservas del mundo”, hasta del chef que se llevaron de Los Pinos, pasando por las amenities Bulgari que tienen en el baño de visitas, la alberca y las vistas al lago.

Estamos ante una de esas expresiones de quienes hacen pública su vida privada y luego se quejan de invasión a la intimidad.

Y todo por alardear de su próximo boda religiosa, de la que sólo le faltó anunciar la dirección y lista de su mesa de regalos.

De verdad que no tienen remedio.

No, no tienen remedio, como tampóco lo tiene "Loperrodiga" que ahora se le voltea a Fox cuando en su programa al inicio de su sexenio hasta porras le dejaba echar... lo que hace el dinero.

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