Fox, fuera de control

Aurelio Ramos
La Crónica de Hoy

“¡Pobre estúpido!”

El diagnóstico puede parecer exagerado, pero a la luz de las evidencias mostradas lo mismo desde el virtual anonimato de una página de internet, que en declaraciones a la salida de misa en el rancho San Cristóbal o en coléricos arrebatos en un estudio de televisión en Los Ángeles, es claro que el ex presidente Vicente Fox ha perdido por entero la cordura.
Su situación no parece tratarse, sin embargo, de una maniobra de astutos abogados para hacerlo aparecer como inimputable y trocarle la cárcel por un hospital psiquiátrico —el gobierno de Felipe Calderón carece de voluntad de hacer justicia en la persona del ex mandatario—, sino de un real problema de salud mental.
Si en el terreno político a Fox se le acusa de corrupción, enriquecimiento ilícito, prevaricación, tráfico de influencias, omisiones en el ejercicio de sus funciones y todo el catálogo de delitos contenidos en la Ley de Responsabilidades de Servidores Públicos, en el campo de la personalidad su conducta también ha sido materia de exhaustivos estudios mediante los cuales le han sido diagnosticados síntomas propios de una mente desequilibrada.
Es indispensable ser psicoanalista para determinar si el ex Jefe de la Nación presenta actitudes de esquizoide, narcisismo, megalomanía u otros delirios, pero el puro sentido común lleva a concluir que no es de una mente en sus cabales hacer el oso que él hizo a la vista de todo el planeta en Telemundo, cuando llamó “vulgar” y “¡pobre estúpido!” al periodista Rubén González Luengas, furioso porque éste le formuló preguntas pertinentes pero incómodas sobre su riqueza presumiblemente mal habida y el aparente empleo de testaferros para disimularla.
Tampoco es propio de una mente sana el reaccionar con la furia irracional que demostró mediante un comunicado del Centro Fox, vía internet, al quedar por fin integrada la comisión de diputados que se encargará de investigar el incremento de su patrimonio y las funciones de coyota que, a decir del diputado Juan Guerra, la señora Marta Sahagún desempeñó durante todo el gobierno del cambio.
“Quienes están detrás de todo esto tiran la piedra y esconden la mano; añaden mentira tras mentira cada día, les pregunto: ¿qué intereses ocultos persiguen?, ¿Quiénes les pagan y para qué propósito?”, expresó entre otras cosas el ex mandatario, refiriéndose a la comisión de legisladores cuyo resultado —-por otra parte— es previsible que será absolutamente inocuo.
No podrá desembocar en nada útil para el país un grupo de trabajo del cual forma parte, en cínico conflicto de intereses y con el descarado propósito de boicotear acuerdos, el hijo de quien fue consejero jurídico de la Presidencia de Vicente Fox, Juan de Dios Castro Lozano, el actual diputado panista Juan de Dios Castro Muñoz. Menos aún si dicho grupo ha sido conformado a contracorriente de un gobierno que sencillamente no tiene voluntad de actuar contra el ex gobernante.
Que Fox Quesada perdió la brújula de la razón también lo demuestra su virulenta reacción en contra del senador Manlio Fabio Beltrones, luego de que éste acusó a la familia de la señora Sahagún —en especial a sus vástagos Manuel y Jorge Bribiesca— de ser corresponsables, vía sus negocios de dudosa legalidad, de la tragedia que dejó 19 muertos en la plataforma Usumacinta, de Pemex. Que Beltrones atienda el récord de acusaciones por narcotráfico que le hace la DEA, dijo en la total desesperación el guanajuatense.

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