Cosas de Fox

Será inolvidable hasta que caiga
en el olvido. Florestán

Vicente Fox ha sido un personaje desde que decidió dejar la Coca Cola y entrar a la política. Lo fue como diputado federal, ahí están las imágenes con las orejas de burro y los bolsillos llenos de papeletas electorales en protesta por el fraude; lo fue cuando tuvo que ganar dos veces el gobierno de Guanajuato, lo siguió siendo como precandidato, imponiéndose al PAN, no dejó de serlo como candidato y ¡qué decir de cuando llegó a Los Pinos!

Su personalidad resultó tan arrolladora, que fue él, y no el PAN, quien derrotó al PRI en las elecciones de 2000; que fue él, y no el PAN, el que se impuso como candidato presidencial; que fue él, y no su partido, el que lo llevó a ganar dos veces el gobierno de Guanajuato.

Pero la suma de atractivo y carácter dio como resultado la incapacidad de anteponer la investidura presidencial a ese personal estilo de ser, lo que devino en lo que todos vimos.

Pero si como presidente hizo valer más las ocurrencias que las ideas, como ex presidente sigue siendo el mismo Fox, por la libre, sin concepto de equipo, de cuerpo o de partido. Él está por encima de todos: equipo, cuerpo, partido.

Para confirmarlo basta releer el perlario de sus declaraciones, alegría de los periodistas.

Las más recientes, el domingo en su rancho, sacudieron a la dirigencia panista y a sus precandidatos, las ondas también llegaron a Los Pinos.

Me refiero a sus proyecciones para las próximas elecciones, cuando adelantó que el PRI ganará las elecciones de gobernador del Estado de México, comicios que serán muy ilustrativos (sic) de lo que pasará en las votaciones federales de 2012.

Tengo claro que las declaraciones de Fox no tienen destinatario ni diseño, que son, como han siempre, producto de la ocurrencia, derivadas de la imposibilidad de decir lo que se piensa, cuando éste es un ejercicio, por esporádico, excepcional.

En privado
Joaquín López Dóriga


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