¡Por piedad, ya no quiero hablar de Fox!

Fernando Rivera Calderón
La Crónica de Hoy


Se los juro, ya no quiero. No quiero no quiero no quiero... de entrada no creo que valga la pena, créanme; es más, me parece un gasto de tinta innecesario. Y no me importa si al confesar mi falta de voluntad para escribir esta columna ustedes ya están leyendo a mi maestro Báez o al Pepe Grillo, deveras, no me importa, es más, lean a Paco Báez, es un chingón... yo lo leería.
Por mi parte no-quiero-seguir-hablando-de-Fox. Esa es la única verdad a la que consagraré las palabras derramadas en este espacio, pero ¿qué puedo hacer? ¿Hablar de Calderón? Por favor... ¿Y qué digo? ¿De qué hablar si no es de Fox? Del patetismo extremo de su caída, de sus haraquiris verbales, de su fragilidad emocional... carajo, hasta la prosa fluye con más facilidad.
A veces pienso que la vida pública de Vicente Fox es como una serie de Chespirito y me provoca el mismo efecto: me deprime, pero es lo que hay. Lo demás es puro zapping político.
No quisiera hablar de él, pero todos lo hacemos. No quisiera ser parte de esta “campaña” de difamaciones que, según él, se ha orquestado en su contra, pero no hay nadie que se abstenga de emitir su opinión al respecto. Nuestro ex presidente podrá haber perdido todo o casi todo su prestigio entre declaraciones, amoríos y berrinches, pero es más popular que el Peje y Calderón juntos.
Tal vez, y esto podría ser lo más terrible de todo, los mexicanos hemos decidido que nuestro Presidente va a seguir siendo Fox; como que después de unos meses ni Calderón ni López Obrador han sabido ponerse a la altura de las expectativas que generaron, los comentaristas de radio y televisión le siguen diciendo Presidente, aunque ahora es de modo involuntario. Fox, sin embargo, no se detiene, no reflexiona, es un hombre de acción, protagoniza su declive con el mismo entusiasmo con el que vivió su ascenso.
¿Ya lo perdimos?, se preguntan muchos. Yo pienso que más bien ya lo encontramos. El verdadero Fox se ha levantado de entre los escombros de su estatua y ahora sí ya se enojó. Ahora sí, como dicen en Hollywood, esto ya es personal. Claro, si todo fuera como en los cuentos de Hadas, sería bueno llevar a Fox Hansel y Marta Gretel a que se fueran a dar una vuelta al bosque y que alguien tuviera la precaución de enviar a unas gallinas enseguida, para que se encargaran de comerse cualquier rastro o migaja que les permitiese regresar, pero la vida real no es así y no es bueno solazarse con especulaciones de esa naturaleza.
“Ya dejen en paz a ese pobre hombre”, espetó por puritita compasión el buen Lalo Salazar en medio del linchamiento colectivo en el que nos regocijábamos los integrantes del programa de Tv Matutino Express hace unos días. Y puede que tenga razón. Tal vez todos hemos sido unos hojaldras con él, tal vez debamos arrepentirnos de nuestros malos pensamientos y recogernos cristianamente, tal vez Fox sí sea un buen hombre como aseguran algunos (cosa que dudo muchísimo), pero si él es bueno, ¿por qué los dioses lo castigan con tanto malviaje? ¿Por qué le quitaron su Hummer? ¿Por qué lo investigan? ¿Por qué tanto resentimiento? ¿Por qué parece estar más salado que una cecina de Yecapixtla? Definitivamente si Fox es un buen hombre, Dios debe ser un ente malvado. Pero si por el contrario Dios es Amor, como dicen algunos, entonces Fox sólo está recibiendo lo que se merece.
Ah, pero no crean que voy a caer en la trampa de seguir escribiendo sobre él, me niego, no tengo intenciones de dilapidar el valioso tiempo de mi existencia en la vida y sobras de Vicente Fox. Se acabó. Ahí nos vemos.



Igual aquí en este blog ya no quisieramos hablar de las triquiñuelas y estupideces de Mr. Zorro, pero a un mes de que se destapara la cloaca hemos incluido mas de 150 posts con notas acerca del burro parado y su sacrosanta domadora... más las que se acumulen en estos días hasta que por fin podamos dar una nota seria sobre la acción de la justicia sobre la ex parejita presidencial y su camarilla de ladrones disfrazados de buenas gentes...ja.


¿Vicente Fox se volvió loco?
Julián Andrade
Milenio



Creo que el ex presidente Vicente Fox está entrando en un sendero complejo del que no saldrá muy bien librado.

Lo que no pudo hacer una espiral de insidia, lo está haciendo el exabrupto que tuvo con el periodista de Telemundo Rubén González Luengas.

El ex presidente cometió un error de principiante (él para nada lo es) al pelearse con el mensajero, en lugar de atender lo que le estaban diciendo.

Fox bajo ataque había funcionado bastante bien. De su gira mediática para publicitar su libro, Revolution of hope, se podría decir todo menos que no fuera exitosa. Era la vuelta del personaje que logró derrotar al PRI.

La desesperación, en cambio, sí puede meter a Fox en graves problemas, mayores aun que los que la fantasía de algunos fue construyendo en los últimos días.

Es curioso como un momento, un berrinche, puede cambiar las percepciones.

Ese Fox autoritario y altanero que vimos y escuchamos en el programa de Luengas es el que puede hacer verosímil toda la insidia en su contra.

Debo admitir, aunque no sea una postura muy popular, que sigo creyendo que Fox es una persona honesta. No creo, sin embargo, que su riqueza se pueda medir por una camioneta Hummer, que para colmo no es de él y mucho menos por su rancho, el que ya tenía antes de ser presidente.

Tengo que aclarar, por lo demás, que no voté por Fox y jamás creí que su llegada al poder fuera la inauguración de un nuevo tiempo para México.

Estoy convencido de que el camino a la democracia fue un proceso mucho más complejo que no se puede resumir con lo que ocurrió el 2 de julio del año 2000, por relevante que haya sido.

No estoy seguro, sin embargo, de que exista una campaña orquestada contra los Fox, pero es evidente que el linchamiento que está sufriendo recuerda momentos nada gloriosos de nuestro pasado.

Lo que sí hay, para cualquiera es evidente, es la malsana costumbre de lapidar a quienes dejaron de ser poderosos.

Pero esta vez hay componentes novedosos, porque el gobierno de Felipe Calderón no está impulsando el ataque contra el foxismo.

Por eso digo que no encuentro algún grupo que esté fabricando la ponzoña, pero esto es algo que no deja de ser preocupante.

Asistimos, me parece, a un reflejo de nuestra cultura autoritaria y de la negación por la verdad.

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