Los usos de Fox y la lucha por el PAN

Jorge Zepeda Patterson


A lo largo de la semana el círculo de poder en torno a Felipe Calderón se hizo ascuas sobre el escándalo de Vicente Fox provocado por la exhibición gratuita y morbosa de una fortuna a todas luces mal habida. Los hombres y mujeres del Presidente analizan los pros y los contras y el posible impacto que tendría para Los Pinos: ¿Qué hacer para controlar daños? ¿Ha llegado el momento de recurrir al quinazo aunque sea en versión “light”?

El origen de la imprudencia de Fox sigue exactamente el mismo camino que las anteriores: la necesidad de Marta Sahagún de validarse en “sociedad”. El beso en el Vaticano, las pretensiones presidenciales de la consorte, los escándalos de las cabañas de Los Pinos (toallas incluidas), el desaseo de Vamos México y el voraz apetito de su parentela, son cuentas del mismo rosario. El arribismo protagónico de Marta empata cabalmente con el deseo nunca satisfecho de Fox de ser intensamente amado. Por razones distintas a las de Carlos Salinas, un verdadero adicto al ejercicio del poder, Fox será también un ex presidente incómodo. Pero el guanajuatense lo será por su absoluta incapacidad para ausentarse de los reflectores y dejar de ver su imagen o de oír su voz.

El asunto no es si Fox y Marta dejarán de hacer escándalos algún día; el tema de fondo es qué es lo que hará Calderón al respecto. Y más concretamente, qué hará con el aquelarre que se armó esta semana.
En principio la irritación de la opinión pública no carece totalmente de desventajas, pero a condición de saberlas aprovechar. Por un lado, permitió distraer la atención de los medios de comunicación del mucho más preocupante tema del encarecimiento de la canasta básica (30 % en los últimos meses). Pero esta ventaja dejó de serlo cuando quisieron presumir la intervención de Calderón para congelar los precios de gasolina y otros productos por lo que resta de año.

Las indiscreciones de Fox y Marta benefician a Calderón porque debilita la fuerza de la mancuerna Espino-Fox contraria a sus posiciones dentro del PAN. Ha sido tan completo el desguace de Manuel Espino, que el Presidente decidió enviar a Germán Martínez a competir por la dirigencia nacional del PAN y no a César Nava, su secretario particular, quien habría sido un candidato de mayor consenso. Como es bien sabido, durante meses el grupo calderonista especuló con la posible candidatura de ambos, para arrebatar el control del PAN a las fracciones de derecha. César Nava, quien tiene vínculos familiares y personales con los sectores más conservadores del panismo era la opción más conciliadora. Pero Calderón se siente con tal confianza en el balance de correlación de fuerzas, que optó por Martínez Cázares, un heredero de la corriente de Castillo Peraza, vista con suspicacia por los grupos conservadores.

Las presiones para que sea investigada la riqueza de los Fox obligaron a adelantar la renuncia de Germán Martínez de la Secretaría de la Función Pública, ministerio que en teoría es responsable de tales pesquisas. Sin importar lo que haga la SFP al respecto, las pretensiones de Martínez a la dirección del PAN habrían sido insostenibles de haberse quedado algunas semanas adicionales. Para muchos panistas habría resultado inaceptable votar por un inquisidor del ex presidente Fox. Y, en caso contrario, si la SFP eximiera a los Fox, su renuncia dentro de algunas semanas sería percibida como producto de la presión de la opinión pública, es decir como resultado de un fracaso.

Pero el escándalo de Fox no sólo ha sido inoportuno para Germán Martínez. Las muestras de la riqueza y los excesos del ex presidente y su pareja, dejan mal parado al gobierno de Calderón, pues permite a sus críticos exhibir la doble moral del candidato de “las manos limpias”. Frente a la creciente acumulación de datos sobre las corruptelas de los familiares de Fox y Sahagún las opciones de Caderón son de pierde-pierde.
No hacer nada erosiona la calidad moral del mandatario y la legitimidad misma del gobierno. El último funcionario de primer nivel llevado a una prisión fue el ex gobernador Mario Villanueva en 1999, durante la administración del priista Ernesto Zedillo. Pese a que los panistas criticaron durante décadas a la corrupción y la impunidad de los priistas, ahora que son gobierno han carecido de voluntad para hacer justicia en su propia casa. Esta omisión habrá de convertirse en una factura política creciente en contra de Calderón.

Pero hacer algo en contra de la familia Fox entraña enormes riesgos para el Presidente. Puede abrir un cisma en el partido si el proceso se le va de las manos. Resulta sintomática la reacción de la bancada panista a lo largo de la semana: en un primer momento apoyó la formación de una comisión investigadora de la riqueza del ex presidente. 48 horas más tarde había reculado enfáticamente.
Fox visitó a Caderón hace unos días y para nadie es un secreto la naturaleza de la conversación. El equipo del Presidente está preparando un esquema que permita negociar con la pareja una investigación y una posible averiguación previa sobre personajes menores, a condición de blindar al matrimonio de toda responsabilidad. Pero los Fox no quieren saber del asunto, ni confían en que el gobierno federal pueda ejercer un pleno control de daños una vez que las investigaciones estén en marcha.

Los Pinos sabe que no puede desdeñar las posibles reacciones de Marta Sahagún ni desestimar los recursos políticos y la información confidencial con que cuenta para incomodar o, de plano, desestabilizar a Calderón. Pero del otro lado, las evidencias sobre los Bibriesca seguramente ofrecen abundantes municiones para negociar en condiciones de fuerza con la madre.
Por lo pronto, la SFP anunció el viernes que se realizarían auditorias al patrimonio de Fox. ¿Es el principio de un salinazo? ¿O un montaje de equilibristas simplemente para liberar presión? Demasiado pronto para saberlo. ¿Usted qué cree?

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