Fox el desmemoriado amoroso


Lo veo y no lo creo. ¿Vicente Fox, articulista periodístico? ¿A quién se le ocurrió la broma? Cotejo la fecha pero no: faltan nueve días para ser Día de los Inocentes. Tengo frente a mí la edición de El Universal correspondiente al lunes 19 de diciembre del año que agoniza. En la página A20 -sección de Opinión- leo el siguiente encabezado: “Basta de guerra, que llegue la paz”. El artículo lo firma Vicente Fox.

¿El que no leía los periódicos y por eso era feliz, ahora escribe en uno de ellos? Nunca es tarde para empezar. Se los dice alguien que en edad de retiro es un incipiente columnista. Así pues, el que hiciera sus pininos como político en Los Pinos está en su derecho de iniciarse como editorialista.

Sin embargo, para mi sorpresa, el contenido de su escrito más que la opinión del último expresidente de la República parece el discernimiento de un ciudadano recién llegado al país luego de una larga ausencia. Al parecer, en su largo viaje, dejó de informarse sobre lo que acontecía en la nación y a su regreso se alarmó cuando se enteró que el gobierno -en su artículo no menciona quien lo encabeza- sostiene una lucha enconada con el crimen organizado. Guerra, la llama en su texto donde hace un llamado a la paz.

No resisto la tentación de transcribir algunos párrafos y de hacer entre paréntesis alguna glosa con una dosis de mala leche proporcional a la desmemoria, cinismo o demencia del autor del editorial de marras.

“En indispensable alcanzar la paz. México no puede más con esta pesada carga que agobia, asfixia y atemoriza. La guerra ya se ha vuelto una amenaza contra la viabilidad como nación y el propósito del desarrollo sustentable. Cada día más ninis y menos oportunidades” (Evidentemente el redactor de lo que usted acaba de leer sabe del tema. Durante los seis años de su gobierno se crearon 1 millón 146,492 empleos. Sólo 203,508 menos de 1 millón 350,000 que en campaña prometió crear... ¡cada año!, 5 millones 953,508 fuentes de trabajo menos que las que prometió).

“El temor domina el pensamiento de toda la ciudadanía, extendiéndose a familias y a comunidades (que como es sabido no forman parte de la ciudadanía), a los gobiernos y a los tomadores (¿a quién se refiere?) de decisiones. El temor y el miedo nunca han sido buenos consejeros. La marcha de la nación, la ruta, está guiada por estos sentimientos. Urge cambiar”. (Tómese en cuenta que este perentorio llamado lo hace el que, apenas hace seis años, se autodenominó Presidente del cambio).

“Hoy la pregunta fuera del país es ¿qué pasa con México con los mexicanos?; incluso he oído decir: ‘¿Se volvieron loquitos?’ (Bueno, si la interrogante en el extranjero surge al ver el prototipo de connacional que tienen frente a ellos es lógica)... ‘¿Están tomando mucho tequila?’ (¿a quién vuelve a referirse?) La imagen de México ha sufrido gran deterioro. Cada vez más y más mexicanos se van con todo y familias”. (Qué diferencia del sexenio pasado cuando solamente salieron del país 3 millones 450,000 mexicanos pero sin familiares, iban solos. Se fueron a Estados Unidos a realizar los trabajos que ni los negros querían hacer para mandarles dinero a sus familias que prefirieron quedarse a disfrutar de las delicias de Foxilandia).

“El que quiera paz celeste, que le cueste”

Escribió en su artículo don Vicente parafraseando al poeta Efraín Huerta que en uno de sus poemínimos -Plagio XVII- dice: “La que/ Quiera/ Azul/ Celeste/ Que/Se/ Acueste”. Más que paráfrasis, me imagino, fue casualidad. Dudo que Fox haya leído al gran cocodrilo aunque como lo consigna el Pequeño Larousse -otro autor desconocido para él: “Si no he leído al papá menos voy a leer al pequeño”, declaró- Huerta es paisano del guanajuatense. “‘Nació/ En Silao./ 1914./ Autor/ De versos/ De contenido/ Social.’/ Embustero/ Larousse./ Yo sólo/ Escribo/ Versos/ De contenido/ Sexual”. Plasmó en otro de sus poemínimos el creador de Circuito Interior. -Aquí puede darse la situación de que algún político me haga la precisión que “el creador del Circuito Interior fue Octavio Sentíes, Regente de la ciudad de México durante el sexenio de Luis Echeverría, y no la persona a la que usted se refiere”-. Perdón pero no puedo sustraerme a la ignorancia que sobre libros y autores han puesto de moda dos que tres miembros de la fauna política nacional.

Afecto que soy a las disgregaciones regreso a la senda del artículo que pergeñaba cuando vino a mi recuerdo uno de mis poetas favoritos: “Primero/ Que nada:/ Me complace/ Enormísimamente/ Ser/ Un buen/ Poeta/ De segunda/ Del/ Tercer/ Mundo”. Así se definió el causante de mis disgregaciones.
Ahora si va en serio -bueno, ni tanto porque el sujeto de esta colaboración es el hilarante Vicente Fox-. Éste, decía, escribió sin venir al caso: “El que quiera paz celeste, que le cueste”. Para enseguida chafear con un lugar común: “Nada es gratis”. Y de inmediato continuar: “Enfrente tenemos una gran oportunidad que generosamente nos da nuestra democracia obtenida a pulso en el año 2000. El proceso electoral que inicia nos abre la oportunidad de participar, reflexionar, exigir nuevos caminos, nuevas ideas, nuevas estrategias para salir de esta trampa”. (Trampa en la que nos metió nuestra democracia obtenida a pulso en el 2006).

Luego de proponer “con gran humildad y desde lo más profundo de nuestro ser y sentimiento” una “Gran Cruzada Nacional Ciudadana al grito de ‘basta de guerra, que llegue la paz’”. El ranchero, eventual editorialista, hace un llamado en su mensaje “que sale del corazón y se hace clamor colectivo” a los criminales para que “diriman sus diferencias y ambiciones de otra manera, ya que a ellos mismos esta guerra y la violencia les resulta demasiado cruel y costosa”. (¿Por qué no los reúne para impartirles en el Centro Fox un seminario que podría denominarse: “Un nuevo paradigma delincuencial, ¡ya!”, a través del cual convenza, con su elocuencia y dialéctica, a los criminales de cambiar métodos, tácticas, estrategias, usos y costumbres?).

La convocatoria la hace extensiva a los jóvenes, a los gobiernos, a los candidatos y candidatas -a éstos en ese orden-; reproduzco el llamamiento que hace al “Estado mexicano: Pedimos respeto absoluto y total a los derechos humanos, y debido proceso jurídico para los maleantes”. (Como el proceso de Joaquín El Chapo Guzmán, al que el gobierno presidido por el articulista de ocasión luego de unas vacaciones en Puente Grande le permitió salir para nunca más volver).

Ahora transcribiré, parcialmente, la apelación que el aludido hombre de letras hace a los partidos políticos y a los ciudadanos: “A los partidos políticos: Pedimos el debate democrático (...) el desprendimiento de todo interés mezquino; el hacer del sufrimiento ajeno nuestro propio sufrimiento; el hacer del sentimiento de los demás nuestro sentir; el hacer de nuestra patria el hogar generoso (...) A la ciudadanía entera: pedimos hacer del amor, compasión y paz la divisa nacional que iluminará a todos los actores, a todos los ciudadanos, a todas las familias y a la nación entera” (La no lectura de los periódicos trae consigo -además de la felicidad- la falta de información y ésta, también llamada ignorancia, provoca que quien sufre tal anomalía pueda creerse el inventor del bolillo sin saber que este panecillo se inventó hace mucho tiempo. El editorial salido de la pluma del expresidente está basado en dos conceptos que, seguramente por no leer para él son inéditos, pero han sido ampliamente comentados en la vida nacional. Cuando habla de “basta de guerra, que llegue la paz” habría que remitirlo a dos movimientos que se adelantaron a su idea: el de los caricaturistas de “No + sangre” y el encabezado por Javier Sicilia: “Estamos hasta la madre”. En lo concerniente a su petición de hacer del amor la divisa nacional, alguien tiene que decirle que su otrora belicoso antagonista, Andrés Manuel López Obrador, lleva más de un mes predicando sobre la conveniencia de una República amorosa).

Amiguito: Si tu psiquiatra te receta Prozac y tu pareja te da a beber toloache. ¡Mucho ojo! Cuéntaselo a quien más confianza le tengas y di ¡no! La ingesta de ambas sustancias apendeja un chingo.

Manuel Ajenjo
El Economista



Hay que hacer el amor esta noche de paz, paz...

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