El doctorado de Fox

Por Esteban Martínez Díaz

Bien dicha, bien hecha, bien escrita, bien estructurada, la columna “Astillero” de Julio Hernández López. Hace un juicio certero del ex presidente Vicente Fox, con respecto al doctorado honoris causa que le fue otorgado por la universidad Emory de Atlanta, por sus méritos “de liderazgo internacional en temas de la democracia” y sus “iniciativas emprendedoras”.
Fox se hace llamar presidente, calificativo que no le es aplicable, pues, su sexenio ya finiquitó, en el que se hizo inmensamente rico explicable, maneja un centro de presuntas actividades intelectuales y culturales, además de que el panismo lo ha elevado a la categoría de estratega electoral de su partido, sigue mencionando el reportero.

Exaltado hasta la locura, después de su triunfo del 2000, el enaltecido presidente del cambio, lo único que pudo cambiar fue su estado civil, para dar entrada a la mujer en el mando presidencial, aventando por la borda a la democracia y a la libertad que tenemos consagrada todos los mexicanos en el ejercicio del voto libre y democrático.

Metió el patrimonio y el poder de la presidencia para evitar el triunfo de otro candidato que no fuera del propio partido al que pertenece, utilizando, como era lógico, el dinero de la nación, porque violó el ejercicio de su mismo poder que le impedía intervenir en asuntos electorales, ya que en la presidencia de la república no se representa tan sólo al PAN, sino a todos los ciudadanos de este país.

Está acusado de corrupción y así lo hemos mencionado en diversas ocasiones en este espacio, como consecuencia de la dilapidación del tesoro nacional, ya sea haciendo nuevos millonarios como sus parientes y allegados, teniendo como botón de muestra las obras inútiles e inservibles que nunca realizó a totalidad durante su mandato, verbigracia la Enciclomedia, cuyo objetivo era llevar los beneficios de los sistemas cibernéticos a las escuelas desde jardines de niños hasta la educación superior; la mega biblioteca de BuenaVista. Ni tampoco prosperaron sus promesas de mejoramiento de la educación, salud y de las paraestatales que se fueron a manos de extranjeros, como la CFE y Pemex, cuya operación fundamental en contratos multimillonarios está a cargo de las grandes transnacionales y de hombres de negocios que vinieron de otros países a hacer fortunas inexplicables. También puso en manos extranjeras a la banca nacional.

Si pensamos en hacer un reconocimiento a los hombres que contribuyeron a la democracia y a la alternancia en nuestro país, suceso que tuvo lugar en el 2000, en un lugar especial debe de estar Ernesto Zedillo, que siendo presidente de México, emanado del PRI, reconoció el triunfo del PAN, lo que abrió una nueva esperanza con los nuevos sistemas de gobernar que habría de inaugurar el panismo, lo que jamás hubiera hecho Fox en el caso de que el triunfador en las elecciones del 2006, hubiera sido Andrés Manuel López Obrador.

Se pensaba que este ranchero analfabeta, con título patito de una universidad mexicana, que le dio un título al vapor cuando ya era presidente electo, con el fin de congraciarse con el nuevo rey de México, habría de ser una novedosa esperanza para la colectividad nacional.

Pero la realidad, ya Fox en el gobierno, no concordó con los pensamientos de paz y prosperidad de los mexicanos. Se concretó a ser el intérprete principal de una telenovela de amor, dar el mando a su consorte, a consolidar el nepotismo, a darse aires de líder mundial y a entregar el despacho presidencial para que otros manejaran el país, que, desde luego se dieron vuelo en el saqueo nacional, junto con la nueva y verdadera gobernanta que les dio carta abierta para que dispusieran a su antojo de la forma que mejor conviniera a sus intereses personales.

La impunidad estaba garantizada, ya que quien se atreviera a denunciar los hechos, tenía una acusación penal en su contra, tal cual sucedió con Olga Wornat, escritora argentina, y la revista Proceso, que tuvieron que enfrentar, con decisión y valentía a la denuncia de la esposa del presidente de la república, pese a que las posibilidades de salir indemnes eran escasas, casi nulas.
Un poder de esa naturaleza tiene el apoyo de los demás poderes, por lo que no se puede estar en contra, a menos que haya una concepción de la autoridad juzgadora de que la finalidad y el objetivo de los que se llaman agraviados es amordazar al derecho de la libertad de expresión, declarando improcedente la demanda.

También los malos manejos de los fondos nacionales, se vieron en la ampliación del aeropuerto internacional “Benito Juárez” de la ciudad de México y en la ineptitud y falta de consistencia política en el fallido intento de construir una nueva terminal aérea en Atenco, proyecto que no pudo realizar por la oposición de 30 campesinos, con sus respectivos machetes.

Esta actitud podrá tener su símil en la construcción de la nueva refinería que se está perfilando por el mismo rumbo. Pero aquí, el paquete quedaría en manos del gobernador de Hidalgo, ya que Calderón se deslindó de la obra, condicionada a que se haría si el estado proporciona los terrenos.

Una buena manera de aventar la pelota por otro lado. Más bien: evasión de responsabilidad o condición que tiende a favorecer a Guanajuato, tierra del hombre del delantal.

Tiene razón el periodista Hernández López cuando llama a Fox el “Doctorado Coca Cola”, ya que fue empleado de esta compañía refresquera la mayor parte de su vida, y los fundadores de la Universidad de Atlanta que lo hizo doctor honoris causa, fueron precisamente gentes ligadas a esta institución desde que fue fundada en 1914. No es muy remoto que haya sido factor para que el gerente de la biblioteca y museo en su memoria, fuera postulado presidente de la república.
Quedamos, entonces, que no había motivo alguno para que se le otorgara esta distinción al guanajuatense, que no se lo merece. Siempre ha trabajado en contra de la democracia, como lo demostró al poner a Calderón como su relevo, revelado por él mismo en una de esas declaraciones de lengua larga que acostumbra.

Agregamos que tiene pendiente un juicio en la cámara de diputados por las irregularidades reportadas en la auditoría de la cuenta pública que realizó el propio congreso al través de la auditoría superior de la federación. Está grueso el asunto y volarán pelos cuando el héroe de San Cristóbal sea llamado a cuentas.

Por lo demás, están pendientes de aclaración los 720 mil millones de pesos que ingresaron en el sexenio por el sobre precio del petróleo, cuyo destino se desconoce.

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