¡Qué bonita familia...! ¡Qué bonita!

No son memorias, es epitafio.
Florestán


Dos de los colaboradores fundamentales de Vicente Fox en su proyecto hacia la presidencia de la República, Lino Korrodi y Jorge Castañeda, han roto públicamente y uno de ellos ha dicho al otro de todo por revelar que le pidió ser secretario de Turismo a lo que su amigo, el presidente, le cerró la puerta por “conflictivo”, aunque le abrió otras que le permitieron, entre otras cosas, participar en la decisión e instrumentación de la desastrosa expropiación de la mitad de los ingenios azucareros del país, en septiembre de 2001, decisión de la que aún no se repone la industria ni el campo.

Para eso, Fox se apoyó en su amigo Lino, que conocía muy bien el negocio del azúcar, y con otros dos de sus hombres, Derbez en Economía y Usabiaga en Agricultura, tomó una decisión inesperada: una expropiación, la única de su gobierno, más propia de Luis Echeverría que de quien se dijo presidente de los empresarios.

El caso es que Korrodi se alejó de Fox, como otros foxistas, culpando a Marta Sahagún y publicó un libro, Me la jugué, denunciándolos. Después, como pasa en estos casos de tanta cercanía y de asuntos de dinero, se convirtió en su más feroz crítico.

Recientemente en un libro, La diferencia, elaborado por Castañeda, su ex canciller, y Rubén Aguilar, su ex vocero, Fox fija posiciones y da a conocer una serie de revelaciones como la de Korrodi, que en unas cuantas líneas dice que le negó la Secretaría de Turismo que le había pedido, a lo que éste le respondió con su conocida violencia diciendo que “Fox me debe a mí y a mi familia mucho más que una secretaría”, tachando a Castañeda de “burro, cobarde, mentiroso, mercenario y canalla” y a Aguilar de “comerse el estiércol que vomitaba Vicente”.

Me llama la atención su virulencia escatológica hacia al ex vocero, “comerse el estiércol que vomitaba Vicente”, pero nada más, aquí no había relación previa.

Pero en el caso de Castañeda, fueron uno solo, o eso creyeron ambos.

A su salida de la cancillería, de acuerdo con Fox, Korrodi le dio cobijo en las oficinas que mantuvo en Paseo de la Reforma y asesoró en su aventura de buscar la presidencia como candidato ciudadano. El libro de Korrodi contra Fox, Me la jugué, fue prologado por el mismo Castañeda al que ahora acusa de “mercenario, cobarde y mentiroso, capaz de vender a su propia madre”, y que él mismo le confesó que lo único que le interesaba con este libro de Fox era “ganarse unos buenos pesos”, lo que no ha sido desmentido por el interesado.

No cabe duda que hay a quienes la victoria los une y la decepción los enfrenta.

Éste es uno de esos casos, quizá el emblemático, ya que deja ver con qué clase de personas se rodeó Fox y explica el por qué del desastre de su gestión de gobierno y de su proyecto personal.

Joaquin López Dóriga

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